Son muchas las razones para que el chopo sea una especie en crecimiento a la que cada vez se le reconocen más ventajas para que se fomente y aumente su cultivo. No en vano en Garnica nos gusta referirnos a él como “el árbol del siglo XXI”. Y es que cada vez son más las razones para que quienes tienen un terreno apto para ello se decidan a poblarlo con chopos, algo que puede dar una buena rentabilidad con muy poca inversión.
La nueva Ley de Montes aumentará los beneficios ecológicos que se derivan del mantenimiento y potenciación de un sector forestal fuerte y sostenible, en el que los chopos van a jugar un papel muy destacado. El proyecto de modificación de la ley, que se encuentra en trámite parlamentario, reconoce por primera vez en un texto legal a los montes “como infraestructuras verdes del país que generan servicios a los ciudadanos”, además de impulsar y agilizar la gestión forestal. Estas novedades legislativas van a servir para fomentar el crecimiento de un sector del que dependen muchos puestos de trabajo y en el que todavía existe posibilidad de crear más empleo.
El nuevo texto contempla que las choperas tengan la condición de superficie agrícola, por lo que podrán optar a las ayudas de la Política Agraria Común, aunque se rijan por la Ley de Montes. Ésta es la principal exigencia para que el cultivo del chopo pueda incrementarse. Al ser una especie productiva con una alta demanda de mercado, el chopo promueve un aumento de los recursos forestales, al tiempo que crea riqueza en las zonas rurales. La conjugación de estos factores propicia un desarrollo rural sostenible allá donde se cultiva.
Otras ventajas del chopo son que es una especie de crecimiento rápido y que mediante la fotosíntesis capta una gran cantidad de CO2 de la atmósfera que, como se sabe, es el principal gas causante del efecto invernadero, por lo que es un árbol que contribuye a la mejora del entorno medioambiental. De hecho, algunos expertos afirman que los ratios de fotosíntesis del chopo son altísimos y que pueden alcanzar hasta 15 toneladas liberadas de CO2 por año y hectárea. Por otra parte, el chopo permite recuperar zonas de ribera degradadas y estabilizarlas, ya que es una especie que se arraiga con facilidad. Por ello, cumple una función protectora de los cauces de los ríos, regulando las avenidas.
El chopo es también muy eficaz como “filtro verde”, ya que puede ser muy útil para la depuración de las aguas residuales en los núcleos urbanos pequeños. Se estima que las plantaciones forestales realizadas en las riberas de los ríos formados por choperas pueden retener hasta el 80/85% de los nitratos y el 70% de los sedimentos, porcentajes mucho más altos que lo retenido en las zonas que no disponen de este sistema de depuración.
Otros beneficios ecológicos son la capacidad protectora de suelos de las riberas y márgenes de los ríos, ya que impiden la erosión durante la laminación gracias a su capacidad de unirse con la tierra. Además, como señala el Observatorio Industrial del Sector de la Madera y el Mueble, los cultivos de chopo disminuyen el riesgo de propagación de incendios forestales. ¿Cómo? Muy sencillo: las labores de limpieza a las que se someten las choperas, las podas y los gradeos, hacen que el combustible vertical no esté comunicado, lo que evita que en caso de incendio el fuego de superficie pase a las copas y se propague de una manera más rápida.
Así pues, corren buenos tiempos para “el árbol del siglo XXI y para quienes han apostado por su cultivo o se están planteando hacerlo. En solo 15 años se puede completar el ciclo y recoger los beneficios de un tipo de madera muy demandada por sus excelentes propiedades.