Hasta el siglo XX, la mayoría de la madera y leña se obtenía por la tala de los árboles que crecían en condiciones naturales. En la segunda mitad de siglo se desarrolló en las riberas el cultivo intensivo de clones del género Populus. Actualmente, el objetivo de un bosque cultivado es la producción de madera para cubrir la creciente demanda mundial, de acuerdo con unos principios de sostenibilidad desde el punto de vista económico, social y medioambiental. En el futuro, el consumo de madera seguirá creciendo en el mundo al mismo ritmo que lo hace su población.
La FAO estima que el consumo de madera se incrementará en cerca de un 20% en el periodo 2010-2020, siendo este organismo quien prevé además que el suministro de madera procedente de las plantaciones forestales aumentará en más del 200%, pasando de los 331 millones de m3 de principio de este siglo hasta los 700 millones de m3 en el año 2050.
En Castilla y León las choperas suponen tan solo el 2% de la superficie que se corta, pero sin embargo también suponen el 25% del volumen de madera cortado, y el 50% de los ingresos que se obtienen por ventas de madera en pie.
Uno de los efectos más importantes que tienen las plantaciones para la producción de madera es la posibilidad de limitar las cortas en los bosques naturales o selvas, ayudando a su conservación al mismo tiempo que se satisface la creciente demanda mundial de madera.
El chopo, gracias a la facilidad de su cultivo y a su rápido crecimiento, está llamado a representar un papel muy importante en la producción de madera en Europa y a desempeñar una función fundamental en la gestión forestal de los terrenos situados en las riberas de los ríos.